Y cómo huir cuando no quedan islas
para naufragar
al país donde los sabios
se retiran del agravio
de buscar labios
que sacan de quicio
mentiras que ganan juicios
tan sumarios que envilecen
el cristal de los acuarios
de los peces de ciudad,
que mordieron el anzuelo,
que bucean a ras de suelo,
que no merecen nadar
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